Era temprano y me puse a limpiar la cocina, no había echo nada en toda la semana y los olores de pollo, cerveza y botanas varias se estaban acumulando en el lugar; cuando acabé de raspar el yogurt de la cazuela escucho que tocan a la puerta.
Sonó un golpe gentil, no como de vendedores y como hay una comunidad de testigos de Jehová rondando en los alrededores repartiendo panfletos con imágenes de Jesús con afro no siempre me inclino por abrir la puerta si no estoy esperando a nadie, ¿pero qué diablos? si llevaba horas lloviendo, me puse pantalones y me dirigí hacia la puerta.
-Hola. - me dijo, - Estoy pasando por las casas y... - se acercó hacia mí un tanto nervioso y me abrazó fírmemente. - En serio, perdón... perdóname.
No supe qué decirle, solo moví el brazo que me quedaba libre y lo coloqué sobre su espalda. - Está bien, ha habido mucho peores.- Me soltó y se talló los ojos con la manga. -Con permiso.- me dijo, y se dirigió a la casa de al lado.
-Señor, nadie vive en esa casa, está desocupada desde mayo, creo.
-¿Enserio? Bueno, muchas gracias.- Y se dirigió cabizbajo a la siguiente casa.
-¡Espere! - Subí a mi cuarto y agarré un pequeño paraguas de bolsillo que tenía en un cajón.- Agarre éste, para que no se moje.
-Oh, me.. mu-muchas gracias. - dijo mientras le extendía el brazo con el paraguas.
-Puede quedárselo, no lo ocupo. - Lo abrió con una sonrisa, asintió con la cabeza y siguió su camino lentamente, tocando puertas y pidiendo la piedad de los que un dia fuimos sus ciudadanos.
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