lunes, 16 de septiembre de 2013

El proveedor de muerte

Subí un edificio de departamentos hasta llegar al último piso.
Tuve que bajar una trampilla en el techo para poder entrar en el cuarto. 
Me acuerdo que me pegué en la cabeza antes de entrar en él.  Éste era muy parecido a uno que salía en una de esas caricaturas de cuando chicos.
No iba solo; llegué con alguien al cuarto. El que venía conmigo entró primero.
El área estaba ocupada casi totalmente por el colchón de una cama que estaba sobre el piso. 
En la pared  que quedaba al frente (ligeramente a la izquierda) de la entrada, encima de tres escalones, había otra puerta. Ésta comunicaba con la habitación de otro huésped.
La luz en el interior parecía como provenir de velas. Luego me percaté de la chimenea, pero sólo podía verse al avanzar un poco más en el interior por un ángulo que tenía la pared de la izquierda.

Faustino, el maestro de la clase de dibujo mecánico, estaba acostado y dormido y se le salían los pies del colchón. 
En el sueño, por alguna razón, yo ya sabía que el maestro se había ido de su casa (casa de sus padres) y estaba viviendo por su cuenta pero muy a duras penas.

En la habitación adyacente, alguien tocó la puerta que conectada con el cuarto del vecino, la puerta que estaba encima de los tres escalones.
Por alguna razón, yo sabía que eso nunca había pasado eso antes.
No queríamos abrir esa puerta.
Poco después apareció Srdjan. Él se acercó a la pared para tratar de escuchar unos ruidos que se oían del otro lado de la puerta principal.
La abrimos [la puerta que conectaba con la habitación del vecino]...


Lo que vimos enseguida nos hizo sentir mucho miedo, ya que al quedar abierta la puerta se vislumbró el contraste de  la densa oscuridad del cuarto con un brazo blanco y esquelético sobresaliendo del marco de la puerta. Era muy extraño porque, por alguna razón, la luz de la chimenea del cuarto de Faustino no sobrepasaba el umbral para llegar a la otra habitación.
Este brazo parecía provenir de un hombre que estaba dormido detrás de la pared. Era como si su cama estuviese directamente a la derecha del marco de la puerta con la cabecera pegada a la pared.
Del cuarto oscuro, provino una voz como de viejo escandaloso.

---Perdón, perdón. Toqué la puerta estando dormido. Por favor... ciérrenla. Ciérrenla!--- Dijo el viejo.

Al no cerrar la puerta del viejo, insectos empiezan a entrar. Lo primero que vi  venir fueron un par de tarántulas.
Estaba muy preocupado de que se metieran en mi mochila, ya que la había dejado tirada en el poco piso que Faustino tenía libre.
Pero... uno de nosotros no podía cerrarla (más bien: no quería cerrarla. Había algo que arreglar: seguramente la fuga de insectos que provenían del cuarto del viejo).
La cantidad de insectos se hace tan grande que tuve que suplicarles que cerraran la puerta. Pero ellos ya habían entrado en el cuarto de al lado y se habían perdido. Tenía que ir a buscarlos.
Srdjan y otro los empiezan a trapear [a los insectos] y los ahogan en un bote con agua para trapear, pero siguen entrando más. La situación se vuelve desesperada.
Desafortunadamente, me veo en la necesidad de entrar.
Yo no quería entrar.
Al entrar me doy cuenta que la persona que había tocado la puerta está oculta en la oscuridad (a mi derecha, después de haber entrado). La veo (pero no la veo, porque está en la oscuridad, pero puedo ver de dónde proviene la voz).

---En lugar de ayudar a tus amigos estás llevándolos a su muerte... Tal vez no lo sepas pero tú representas un extraño vínculo entre alguien que ya ha muerto. A través de ti, él quiere proveer la muerte a ciertas personas.---Dijo la voz del viejo.

Tenía mucho miedo, pero aún así pude pensar en el amigo que falleció el año pasado.
Al habérmelo dicho, me propuse tomar la puerta principal para salir, sin saber dónde quedaron los demás.
Repentinamente... el cuarto del viejo se vio iluminado por una especie de luz crepuscular, gracias a lo cual pude ver que tenía cajas de botellas de Coca Cola, de esas rojas, dispersadas por el suelo. Las tenía apiladas en torres que tocaban el techo. Todavía no me queda claro de dónde provino aquella luz. Aún así, no sé porqué no me detuve a ver quién era el viejo.
Una taparrosca cae al suelo y gira. No le dije a nadie que me fui.

El sueño se corta.

En relación con el sueño anterior...
Me trasladan a una escuela que parecía estar en medio de un desierto. Parecía una especie de convento en donde sólo iba gente como yo: gente que proveía muerte.
Recuerdo que todos me veían como el chico nuevo.
También recuerdo que los uniformes eran muy extraños. Eran de color verde y con forma de protectores acolchonados.  Parecía como si todos estuviéramos disfrazados de cáctuses.  

Recuerdo tomar un elevador hacia abajo. Éste me dirige a una fila a una fila de alumnos.
Los enfilados estaban esperando su turno para ser analizados por el dispositivo que medía la cantidad del poder de proveer la muerte.

La máquina proyectaba un haz de luz directo en el frente de los alumnos.
Dependiendo de la cantidad de poder de cada uno, un segundo haz de luz partía desde la espalda del alumno hasta donde el poder lo indicara.
Por alguna razón veo el mío desde fuera de mí. Como en un sueño astral. Me doy cuenta que mi poder oscila entre muchísimo y nada. Por alguna razón yo sabía que eso denotaba la muy fuerte aberración que le tenía a ese poder.
Yo quería ser normal y no estar en esa escuela.

El sueño se corta.

Aparezco en otro elevador.
Siento que es el elevador de la Udem; el que usan los de PYSIE.
Éste se abre en el segundo piso y deja entrar a una joven chava que me recuerda a alguien conocida.

---¿A qué piso quieres ir?---Le pregunté.
---Al tres.--- Me dice.

El tercer piso era el último piso.

---Yo también voy al mismo piso-- le digo con una sonrisa.
Luego me doy cuenta que yo iba a otro piso.
Al llegar al tres, las puertas se abren pero hay un cinturón metálico fuera de las puertas que no nos deja pasar.

Era como si fuera muy de mañana y no lo hubieran quitado todavía; como si pusieran ese cinturón cada noche a manera de protección.
Detrás de eso hay unas rejas, y puedo ver a la guardia.
---¿Puede quitar el cinturón?--- Le pregunto.

Me indica que para quitarlo (yo) debo de agitar una especie de serpentín metálico que apareció en el cuarto de elevador. La chava que iba conmigo en el elevador parecía saber qué estaba sucediendo.
Al explicármelo, un cambio de escena en el sueño me hace ver  que había otra chava en el elevador. Ella hablaba por teléfono con un español extraño que me hacía pensar que ella viniera de Francia. Me emocioné al verla; quería conocerla.

Se parte el sueño.

Estoy fuera del elevador con dos vatos y una chava. Estamos de espaldas a la pared de un pasillo de la UDEM diciendo que lo que sucedió fue tan extraño que no podíamos creerlo.

---¿Quieren que nos volvamos a saludar o prefieren nunca más hacerlo, dejando esto como una experiencia extraña de un encuentro de una vez en la vida?---Les pregunté.

Enseguida mi celular suena con un ringtone de Harry Potter pero no era el celular que tenía en el bolsillo. Estaba en la mochila vibrando dentro de un porta cd's que tenía una portada del la caricatura de "El laboratorio de Dexter". Lo saco y veo que es celular de Mauri.
Contesto el teléfono, pero no recuerdo quién es (creo que era papá).
Todos nos quedamos  extrañados, como si la llamada del teléfono hubiera confirmado y terminado con el día más extraño de mi vida.




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