El proveedor de muerte
Subí un edificio de departamentos hasta llegar al
último piso.
Tuve que bajar una trampilla en el techo para
poder entrar en el cuarto.
Me acuerdo que me pegué en la cabeza antes de entrar
en él. Éste era muy parecido a uno que
salía en una de esas caricaturas de cuando chicos.
No iba solo; llegué con alguien al cuarto. El que venía conmigo entró primero.
El área estaba ocupada casi totalmente por el
colchón de una cama que estaba sobre el piso.
En la pared que quedaba al frente (ligeramente a la
izquierda) de la entrada, encima de tres escalones, había otra puerta. Ésta
comunicaba con la habitación de otro huésped.
La luz en el interior parecía como provenir de
velas. Luego me percaté de la chimenea, pero sólo podía
verse al avanzar un poco más en el interior por un ángulo que tenía la pared de
la izquierda.
Faustino, el maestro de la clase de dibujo
mecánico, estaba acostado y dormido y se le salían los pies del colchón.
En el sueño, por alguna razón, yo ya sabía que el
maestro se había ido de su casa (casa de sus padres) y estaba viviendo por su
cuenta pero muy a duras penas.
En la habitación adyacente, alguien tocó la
puerta que conectada con el cuarto del vecino, la puerta que estaba encima de
los tres escalones.
Por alguna razón, yo sabía que eso nunca había
pasado eso antes.
No queríamos abrir esa puerta.
Poco
después apareció Srdjan. Él se acercó a la pared para tratar de escuchar unos
ruidos que se oían del otro lado de la puerta principal.
La abrimos [la puerta que conectaba con la
habitación del vecino]...
Lo que vimos enseguida nos hizo sentir mucho
miedo, ya que al quedar abierta la puerta se vislumbró el contraste de la densa oscuridad del cuarto con un brazo
blanco y esquelético sobresaliendo del marco de la puerta. Era muy extraño
porque, por alguna razón, la luz de la chimenea del cuarto de Faustino no
sobrepasaba el umbral para llegar a la otra habitación.
Este brazo parecía provenir de un hombre que
estaba dormido detrás de la pared. Era como si su cama estuviese directamente a
la derecha del marco de la puerta con la cabecera pegada a la pared.
Del cuarto oscuro, provino una voz como de viejo escandaloso.
---Perdón,
perdón. Toqué la puerta estando dormido. Por favor... ciérrenla. Ciérrenla!---
Dijo el viejo.
Al no cerrar la puerta del viejo, insectos
empiezan a entrar. Lo primero que vi
venir fueron un par de tarántulas.
Estaba muy preocupado de que se metieran en mi
mochila, ya que la había dejado tirada en el poco piso que Faustino tenía
libre.
Pero... uno de nosotros no podía cerrarla (más
bien: no quería cerrarla. Había algo que arreglar: seguramente la fuga de
insectos que provenían del cuarto del viejo).
La cantidad de insectos se hace tan grande que
tuve que suplicarles que cerraran la puerta. Pero ellos ya habían entrado en el
cuarto de al lado y se habían perdido. Tenía que ir a buscarlos.
Srdjan y otro los empiezan a trapear [a los
insectos] y los ahogan en un bote con agua para trapear, pero siguen entrando
más. La situación se vuelve desesperada.
Desafortunadamente, me veo en la necesidad de
entrar.
Yo no quería entrar.
Al entrar me doy cuenta que la persona que había
tocado la puerta está oculta en la oscuridad (a mi derecha, después de haber
entrado). La veo (pero no la veo, porque está en la oscuridad, pero puedo ver
de dónde proviene la voz).
---En lugar de ayudar a tus amigos estás
llevándolos a su muerte... Tal vez no lo sepas pero tú representas un extraño
vínculo entre alguien que ya ha muerto. A través de ti, él quiere proveer la
muerte a ciertas personas.---Dijo la voz del viejo.
Tenía mucho miedo, pero aún así pude pensar en el
amigo que falleció el año pasado.
Al habérmelo dicho, me propuse tomar la puerta
principal para salir, sin saber dónde quedaron los demás.
Repentinamente... el cuarto del viejo se vio
iluminado por una especie de luz crepuscular, gracias a lo cual pude ver que tenía
cajas de botellas de Coca Cola, de esas rojas, dispersadas por el suelo. Las
tenía apiladas en torres que tocaban el techo. Todavía no me queda claro de
dónde provino aquella luz. Aún así, no sé porqué no me detuve a ver quién era
el viejo.
Una taparrosca cae al suelo y gira. No le dije a
nadie que me fui.
El sueño se corta.
En relación con el sueño anterior...
Me trasladan a una escuela que parecía estar en
medio de un desierto. Parecía una especie de convento en donde sólo iba gente como
yo: gente que proveía muerte.
Recuerdo que todos me veían como el chico nuevo.
También recuerdo que los uniformes eran muy
extraños. Eran de color verde y con forma de protectores acolchonados. Parecía como si todos estuviéramos
disfrazados de cáctuses.
Recuerdo tomar un elevador hacia abajo. Éste me
dirige a una fila a una fila de alumnos.
Los enfilados estaban esperando su turno para ser
analizados por el dispositivo que medía la cantidad del poder de proveer la
muerte.
La máquina proyectaba un haz de luz directo en el
frente de los alumnos.
Dependiendo de la cantidad de poder de cada uno,
un segundo haz de luz partía desde la espalda del alumno hasta donde el poder
lo indicara.
Por alguna razón veo el mío desde fuera de mí. Como
en un sueño astral. Me doy cuenta que mi poder oscila entre muchísimo y nada. Por
alguna razón yo sabía que eso denotaba la muy fuerte aberración que le tenía a ese
poder.
Yo quería ser normal y no estar en esa escuela.
El sueño se corta.
Aparezco en otro elevador.
Siento que es el elevador de la Udem; el que usan
los de PYSIE.
Éste se abre en el segundo piso y deja entrar a una
joven chava que me recuerda a alguien conocida.
---¿A qué piso quieres ir?---Le pregunté.
---Al tres.--- Me dice.
El tercer piso era el último piso.
---Yo también voy al mismo piso-- le digo con una
sonrisa.
Luego me doy cuenta que yo iba a otro piso.
Al llegar al tres, las puertas se abren pero hay
un cinturón metálico fuera de las puertas que no nos deja pasar.
Era como si fuera muy de mañana y no lo hubieran
quitado todavía; como si pusieran ese cinturón cada noche a manera de
protección.
Detrás de eso hay unas rejas, y puedo ver a la
guardia.
---¿Puede quitar el cinturón?--- Le pregunto.
Me indica que para quitarlo (yo) debo de agitar una
especie de serpentín metálico que apareció en el cuarto de elevador. La chava
que iba conmigo en el elevador parecía saber qué estaba sucediendo.
Al explicármelo, un cambio de escena en el sueño
me hace ver que había otra chava en el
elevador. Ella hablaba por teléfono con un español extraño que me hacía pensar
que ella viniera de Francia. Me emocioné al verla; quería conocerla.
Se parte el sueño.
Estoy fuera del elevador con dos vatos y una
chava. Estamos de espaldas a la pared de un pasillo de la UDEM diciendo que lo
que sucedió fue tan extraño que no podíamos creerlo.
---¿Quieren que nos volvamos a saludar o
prefieren nunca más hacerlo, dejando esto como una experiencia extraña de un
encuentro de una vez en la vida?---Les pregunté.
Enseguida mi celular suena con un ringtone
de Harry Potter pero no era el celular que tenía en el bolsillo. Estaba en la
mochila vibrando dentro de un porta cd's que tenía una portada del la
caricatura de "El laboratorio de Dexter". Lo saco y veo que es
celular de Mauri.
Contesto el teléfono, pero no recuerdo quién es
(creo que era papá).
Todos nos quedamos extrañados, como si la llamada del teléfono
hubiera confirmado y terminado con el día más extraño de mi vida.
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