Sea cual sea el motor (religión, vergüenza, odio, amor, piedad, empatia...), la labor de educar no debe ser para satisfacer caprichos de negocios ni perpetuar el poder de quienes perpetúan la ignorancia.
No es comunista aquél que sueña con que todos tengamos una vida digna por el mero hecho de ser personas; si le confiamos la educación al Estado y se formó un mounstruo que impide que nuestros niños sepan en dónde están parados hay que matarlo y educar para formar personas, porque no somos herramientas ni estadísticas.
Educar a los pobres no nos dará más que menos pobres.
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